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jueves, 11 de agosto de 2011

Rafael Zárraga, Señor de la novelística (Por Virginia De Hernández)

Rafael Zárraga, nuestro prolífico escritor y poeta nació en una aldeíta, cerca de Boraure, llamada Agua Blanca, un 29 de junio de 1929, conviviendo desde niño con las dificultades
y sinsabores de la pobreza; pero tuvo la inmensa riqueza del amor de su madre y abuelos que inculcaron valores en su personalidad que los acompañaron hasta el fin de sus días. Autodidacta, dotado de un gran talento creador intuitivo y sensible, que se ingenió para desarrollar desde muy joven, dejando demostrado que fue un virtuoso de las letras, en
la obra realizada y que nos deja como legado. Su mundo, el mundo que se hizo en su afán de ser y hacer lo que deseaba y que logra con su tenacidad y constancia, fue algo muy hermoso que construyó para encerrarse en él y vivir a plenitud la vida que amaba, la vida digna de un creador literario, de un artista que nutrió su espíritu desde épocas tempranas con los grandes maestros, con las grandes obras de la literatura universal, porque fue un estudioso disciplinado, con gran afán de superación, que combinó el ensayo, el periodismo, espacio en la escritura, estudios sociales, la poesía, el teatro, la novela, el cuento. Parte de su obra es testimonio de preocupaciones sociales y humanitarias. Demostró un firme compromiso con sus posiciones, en sus expresiones
de opinión, en su palabra escrita, en prensa, radio y en otras acciones y declaraciones. A pesar de los contratiempos continuó con pasión, con sacrificios, ejerciendo su oficio
de escritor, desafiando todos los riesgos. Fue Zárraga un pionero, un protagonista, que señaló el panorama de nuestras letras, aclaró caminos y tendencias en los campos de
la crítica y de la creación, con sus ideas de estudioso de la cuestión nacional y mundial.
Con su nombre de gran vocación literaria, aún con lo difícil que resultaba ser imparcial en los días que le tocó vivir, nunca fue cómplice en el silencio, dejando así siempre la voz de su malestar, de su protesta, cuando las circunstancias así lo requerían, por eso su escritura asume un compromiso con lo humano y lo que de allí se origina, con la vida, con los que nada tienen, con su origen, por lo quien nunca llegó a ser un intelectual comprometido con lo que no fueran las experiencias que confirmaban su pensamiento,
fue por este motivo blanco de críticas. Fue detractor de la superficialidad, de la adulancia, la pedantería, la ostentación, exhibiendo siempre una gran humildad a pesar de su ascendente carrera literaria. Este señor de la novelística venezolana tuvo en su vida un golpe de suerte, que le permitió ir a las raíces de esos mundos que admiraba, y que los sentía como parte de su vida, de su espiritualidad, por ser esos mundos cuna de las civilizaciones antiguas, del arte, de la literatura; todas estas vivencias y experiencias maravillosas transitando aquellos territorios a los que nunca pensó podría tener acceso, estremecieron su espíritu y marcaron huella en su personalidad, alimentando más su sed de conocimientos, fueron estos sus viajes por países de Europa, en uno de los cuales cursó estudios y en otro países árabes donde recreó sus ojos y su intelecto. Me complace, sí, que a pesar de la orfandad de Zárraga como creador con escasas posibilidades de publicación, haya tenido la satisfacción de ver publicada la mayoría de
su obra, antes de su infausta y lamentable partida de este mundo ocurrida un 08 de Febrero del presente año.

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