Vistas de página en total

viernes, 5 de agosto de 2011

Estimado Yony (Por Rafel Garrido)

Estimado Yony, espero que sabrás comprender y perdonar mi tardanza, mi desgano, mi mortal flojera del trabajo prometido en la Panadería Sucreña para un homenaje a Rafael Zárraga; aparte que soy un hombre lento, no quiero recordar a Rafael Zárraga como si fuera una mera referencia literaria, de eso que Orlando Barreto designa con cierta licencia “Poesía Yaracuyana”. Además, creo que el mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor es leerlo, detenerse en sus páginas más memorables con los ojos cansados de un San Ambrosio en una franca y espontánea (quiero decir sin prejuicio) lectura “para si”; tomando en cuenta que todo libro , como la sensitiva, cierra sus hojas al tacto impertinente, hay que llegar hasta él sin ser  sentido, oficio , casi, de fakir, dice Reyes; claro está, una vez liberados, por supuesto, de los negocios del prójimo. Así, tal vez, a lo mejor, no sé, a alguno se le ocurra hacer una selección de las páginas más memorables de mi colega y amigo Rafael Zárraga. Recordar para recordar como decía Henry Miller.
Podrá parecer una historia más de las muchas que nos contaba Zárraga de las cuarenta mil vainas de la vida; tal vez nadie me creerá, pero mi amistad con Zárraga es de vieja data, corría el año 1967 cuando nos vimos por primera vez en un salón de billar de la 6ta. avenida con calle once, yo tenía más o menos 18 años, me había raspado tres veces en primer año, venía de un colegio interno de Sanare, dos de ellos en el Colegio Fray Luis Amigó, cuyo director al pronunciar su nombre me producía carraspera . Recuerdo que trabajaba en ese billar de “coima” y a cambio me daban de vez en cuando  un “wagon” y podía además jugar de gratis, gracias pues a don Pino Atria, dueño del lugar, emigrante italiano. Recuerdo que una tarde que salimos de allí nos dirigimos a otro billar donde también trabajé de “coima” y terminamos bebiendo cervezas y dos botellas de ron donde Monasterio. El típico burdel de putas tristes de García Márquez. Por alguna razón que desconozco ese primer encuentro me convirtió, paradójicamente, en nuestro primer desencuentro, nos dijimos palabras duras (como sólo nosotros nos  decíamos), juramos no vernos más y al día siguiente estábamos jugando billar como si nada. Zárraga era un “taco” de veinte a treinta carambolas, pero las hacía seguidas, de acuerdo a una hermosa jugada que denominan “proporción”, de mucha destreza y dominio del “taco” y las “bolas”. Ya era Rafael Zárraga, ya se había ganado dos veces el cuento de El Nacional , y la directiva, con Miguel Otero Silva a la cabeza, lo becó a Palermo, a estudiar italiano. Un mes después entré yo de aprendiz en la Imprenta del Estado y nos vimos ahí, yo no sabía que editaba un periódico humorístico llamado “El Chuzo”, pero ahí estaba él en la Imprenta del Estado resolviendo problemas del periódico con su amigo Samuel Baquero o en aquel salón de billar hablando italiano con don Pino Atria en esa atmósfera llena de gracia y pícara que siempre lo rodeó. Yo no sabía que cantaba tangos, esto lo supe fue después en una tertulia musical donde estaba el “Cámara” Aular, don Teófilo Domínguez y toda la pandilla del grupo “Añoranza”, como también con el trío “Los Galanes” en una granja llamada “La Chapa” del difunto don Carlos Torrealba, el cual era casado con una prima mía; lo recuerdo siempre echando cuentos, con una gracia insuperable nos preparaba, nos convertía en sus oyentes de historias que duraban, sin exageración, dos y tres días que sorprendía a los más avispados pájaros de aquél billar. Recuerdo que había una carambola que llamaban la “zarraguera”, con piquete arriba y “taco” abajo. Tampoco quiero complacer la vanidad de haber sido uno de los tantos y buenos amigos de Zárraga, no había nada forzado en ello, la sencilla y libre voluntad de ser amigos era para mí suficiente, vernos e invitarnos a jugar billar con dos compinches algo cómplices  natural. Recuerdo que nos vimos dos o tres veces en bares como “La Patria Chica” y “La Patria Grande”. Recuerdos que dejaron cicatrices. Puedo decir también amigo Yony , sin temos que el lector confunda la gimnasia con la magnesia que nuestra amistad se hizo más íntima en “La Pagoda”, donde logramos expresar un mayor afecto por los caminos de un dios pagano como Hermes. A veces me pregunto, ¿de qué ninfa de las que acompañan a Hermes nos habíamos enamorado? , no sé , pero quien haya leído con atención la braza duerme bajo la ceniza, probablemente encuentre la respuesta. Nuestra amistad era tan íntima que casi me atrevo a decir con el dicho preferido de Gramsci: “Hermanos, cuchilos”. Sin embargo, Zárraga era el menos exigente de los amigos  , rasgo muy característico de la imaginería de Hermes, el dios más amistoso del Olimpo, siempre en solidaridad con el otro, con el prójimo ¡coño! Como decía él mismo cuando se ponía bravo. Deténgase el lector si quiere una imagen de su teatro en la que hace su aparición (o epifanía) el dios de que venimos hablando a través de una piedra grande, y una piedra grande, para mí, es un montón de piedras pequeñas, y Hermes significa , etimológicamente y de una manera transparente, “el del montón de piedras”, según Rafael López-Pedraza, profesor de mitología, lamentablemente fallecido hace poco. Amigo Yony, he tratado de diferenciar el Zárraga oral del Zárraga escritor e indudablemente he fracasado, como si poesía y vida en Zárraga  fuera lo mismo, sin ninguna diferencia y que a mí se me ocurre comparar osadamente a Lope de Vega en este poema que le dediqué en Telemaquia…
Así, cual Duque de Sessa                                                                                                                              celebro en el patio de la casa                                                                                                               
que habito, una fiesta para Lope.

Y sobre la mesa, antes vacía, sumo                                                                                                        agradecimiento, ser generoso,                                                                                                                      con salero: Empanadas de Jacinta,                                                                                                                la amante del Duque, guisos de Lucía Salcedo                                                                                                "La Loca", anguilas del Tajo, besos, cucas y majaretes de la Panadería Sucreña.     
Rafael Garrido.    




5 comentarios:

  1. Gracias poeta Rafael Garrido…por conocer un poco más a Rafael Zarraga como hombre, como ser humano, como amigo, como un ser que siempre quiso hacer cosas para llenar su alma, su espíritu..... Margot

    ResponderEliminar
  2. Gracias poeta Garrido por dedicar tu vida a la palabra y por permitirnos entrar y ver un poquito la amistad que cultivaste con Zárraga.

    ResponderEliminar
  3. Excelente enfoque de convivencia y amistad, que nos permite conocer de manera clara parte de la vida de Zarraga y el enlace de una de sus principales virtudes en la amistad y el compromiso humano, agradecido al poeta Rafael Garrido por tan sentido detalle.

    ResponderEliminar
  4. RAFAEL, poeta leo tu comentario sobre RAFAEL ZARRAGA.Poeta tu palabra sabia y nutritiva llena de alivio,ternura y cercanía a este sentimiento que sentimos por RAFAEL.Paz poeta,que los dioses te protejan.JOSE GREGORIO CARDENAS.

    ResponderEliminar
  5. Acertado artículo fundamentado en la hermandad y la poesía... Dos grandes escritores yaracuyanos: Rafael Zárraga y Rafelito Garrido

    ResponderEliminar